18 marzo 2011

Historia de la discusión. Capítulo 1

Tengan todos ustedes muy buenos días o tardes o noches o lo que quieran, mi nombre es Epifanio López Antulo y soy historiador, en esta oportunidad quería invitarlos a acompañarme en este viaje que comienza hoy a través de la historia de cómo la discusión ha llegado a ser un arte, casi un deporte que solo los más valientes se animan a practicar… o los que están más aburridos… o los que no sirven para ningún otro deporte.

O tal vez se trata simplemente de gente malhumorada e inconforme.


Como sea, todo comenzó inevitablemente por el principio.


Cuando la humanidad todavía no había llegado a ser un grupo de seres humanos, sino que éramos solamente unos monitos que deambulaban por el planeta La Tierra buscando algo para comer, un lugar cómo para deponer los excrementos y un miembro del sexo opuesto para… es decir… lo mismo que ahora, solo que con menos tapujos y tabúes. Como les decía, cuando… bueno, en esa época el arte de la discusión todavía no había nacido. Tengan en cuenta que estos monitos todavía no habían desarrollado ningún tipo de cultura o lenguaje y no sé qué pretenden ustedes, pero ¿cómo se les ocurre que puedan discutir si no tienen un lenguaje con el cual hacerlo? ¡Ustedes tienen cada idea absurda!

No, en esta época cualquier tipo de diferencia o malentendido se resolvía rápidamente a los golpes limpios y el vencido debía afrontar el ser destrozado en pedacitos por su rival, ya que la compasión tampoco era el fuerte de estos bichitos y cuando se entusiasmaban no había quién los parara.

Con el paso del tiempo las palabras fueron apareciendo hasta aquel momento fascinante de la historia del hombre en el cual… no, digo el hombre en sentido genérico, fue allí cuando el hombre… ¡Sí, la mujer también, qué tanto! se enfrentó a alguien y en lugar de golpearlo le dijo: “¡Tonto!” Obviamente, de este muchacho no quedó ni un diente sano, pero aquella palabra lo había cambiado todo.

Poco a poco fueron escuchándose más insultos y menos golpes. Claro que el grupo de los insultantes pasó a estar en peligro de extinción; imagínense que un insulto contra un piedrazo en la cabeza no parece una estrategia muy adecuada, pero aún así, con todas las apuestas en su contra, estos héroes del combate verbal prevalecieron.

Fue en Atenas, capital universal de la cultura antigua, que la discusión se convirtió en una institución y fueron sus artífices unos muchachos que se hacían llamar “sofistas”, quienes enseñaban al resto el arte de la dialéctica discuteril… por un módico precio. Estos iluminados y precursores del curro te discutían lo que fuera, sin importar que fuera imposible defender el tema en cuestión; ellos te explicaban que el Sol era oscuro y que el fuego daba frío. ¡Geniales titanes de las brillantes argumentaciones que marcaron para siempre el camino que nosotros, humildemente, intentamos continuar de la manera más digna que nos es posible!

Piensen en lo grosos que eran estos muchachos que tuvieron que afrontar una dura prueba contra un rival de gran importancia como fue Sócrates. ¿Usted me pregunta cómo terminó esa lucha? Bueno, yo le cuento que Don Socry tuvo que tomar un vaso de cicuta y no molestó más.

¡Unos capos magistrales, los sofistas!

En las próximas entregas continuaremos con el relato de esta apasionante historia.

6 comentarios:

Viejex dijo...

Como sea, todo comenzó inevitablemente por el principio.

A primera vista parece una frase estúpida, una verdad de Perogrullo.

Pero si uno la lee con detenimiento y ojo crítico, al ponderarla en toda su profundidad filosófica, es indiscutible que no es así.

Es suya.

Mis respetos, maestro.

Que me devuelva mis respetos, le digo!

Anónimo dijo...

Mire, Viejex, su necesidad de destacar lo que usted considera que son fallas ajenas muestra claramente una incapacidad o inhabilidad para desempeñarse en público, una forma de relacionarse con el resto a través de desvalorizar a los demás.

Muy triste lo suyo, compañero.

Segismund Froyd.

Viejex dijo...

Me malinterpreta, maestro. Yo pretendía elogiarlo. Es cierto que no lo logré, pero mi intención era buena.

Ha escrito usted un gran artículo (y aunque me tiente no voy a parafrasear el chiste que hizo alguna vez el genial Groucho Marx).

Lo felicito sinceramente, zonzo.

Mr. T dijo...

pero por favooooooor!!!
que es estoooooooooooooo!!! blasfemia!! herejíaaaa!!

Que espanto!!!

Ahora resulta que los comentaristas entran al blog para ELOGIAR!!!

Que estas pequeñas dosis de historia no alteren sus cerebros (o lo que de ellos queda), aca estamos para discutir. La buena intencion dejela en otro lado viejex, pelee, desafíe, rompa todo.

no sea cag..

perdon!!

no sea caballero!


atte. Mr.T

ACLARACIÓN: no estoy alterado, asi soy todo los dias.

Viejex dijo...

Es lo que tengo T. Hasta cuando digo que estoy de acuerdo con algo se me discute. Yo no seré un discutidor federado, pero que soy discutido es indiscutible.

Viejex dijo...

Caramba, ahora que releo mi comentario no estoy seguro si es una paradoja genial, un retruécano de antología o simplemente una frase sin sentido.